Cuando Nicolas Cage invadió mi ordenador y otras enseñanzas trabajando con un equipo de Big Data Analytics

«Un virus, esto es un virus», me dije a mí misma cuando, al volver a la mesa de trabajo y observar la pantalla de mi ordenador, me encontré a Nicolas Cage en todos los huecos de fotos de las páginas web que iba abriendo. Un ataque en toda regla: la imagen de todos se iban diluyendo: Pablo Casado, Pedro Sánchez, Solaris, Boris Izaguirre. Todos eran Nicolas Cage.

¡Otra vez Miguel! Lo comprendí al levantar los ojos y encontrarme con la mirada de mis compañeros al borde del ataque de risa. Efectivamente, había sido Miguel, esta vez con una extensión de Google Chrome nCage, para recordarme que dejar el ordenador abierto y sin bloquear supone asumir un riesgo innecesario. En mi caso esto significa acabar con la práctica de dejar el ordenador abierto, anclada desde hace décadas, por lo que aún “pago” mis descuidos con toda clase de fenómenos extraños: la cara de Miguel se convierte en el puntero de la flecha del ratón o unos ojitos de plástico aparecen en el marco de mi ordenador de mesa a cada despiste. Nos echamos unas risas y yo voy instalando en mi vida la rutina de proteger mis propios datos.

Esta es sólo una enseñanza extraída de los primeros cuatro meses trabajando con expertos en big data, analítica, desarrollo de audiencia y estrategia digital. Un mestizaje con matemáticos, estadísticos e ingenieros cocinado por Roberto Alvárez, con los datos como principal ingrediente, que puede aportar a un periodista la formación y la visión necesarias para entender su trabajo en un contexto que ha cambiado tanto.

Estas son algunas de las conclusiones de este trabajo en común.

1- Abre tu mente y el cuaderno de apuntes porque vas a aprender más de lo que puedes enseñar. El concepto de formación permanente cobra aquí todo su sentido y es la base sobre lo que puedes desarrollar todo lo demás. Aprendes leyendo, en cursos internos y, sobre todo, haciendo lo que los periodistas hacemos: preguntar a tus compañeros a todas horas. Es el camino para tener una visión global del trabajo del equipo, comprender sus dificultades y retos e identificar los momentos en los que el criterio editorial enriquece y da sentido al trabajo en torno a los datos.

2- No, no es la dictadura del clic es dejar de trabajar a ciegas. Las herramientas de medición son cada vez más sofisticadas, sencillas en su uso y aportan una increíble cantidad de datos sobre los usuarios de las webs de nuestros medios. Los periodistas más reticentes a las nuevas tecnologías alegarán que eso es responder a la dictatura de generar pinchazos y que un periodista tiene que trabajar olvidando estas variables. Un periodista debe conocer el ecosistema en el que se enmarca su trabajo para poder hacerlo mejor. Es algo que han entendido muchos medios en el mundo, no siempre los más grandes, creando herramientas de medición con múltiples criterios que consultan todos los miembros de la redacción.

3- El (buen) criterio editorial es el valor que marca la diferencia a la hora de traducir en estrategia lo que dicen tus datos. Y esto sirve para reajustar la longitud de un texto en función de la hora, el formato de una información, el número de notificaciones o el tema de un proyecto de Branded Content. Hacen falta buenos periodistas allá donde los datos se convierten en acciones. Nunca hasta ahora los departamentos de una compañía habían sido tan interdependientes ni se habían necesitado tanto unos a otros.

4- Desintoxicación. Trabajar en un departamento donde la materia prima son los datos y no la actualidad palpitante supone recuperar un cierto sosiego y una perspectiva de la vida real que se nos escapa cuando, inmersos en la tarea de las redacciones, pensamos que todos los humanos están tan pendientes de las noticias como nosotros. Una cura de humildad y una toma de conciencia de lo alejados que, a veces, estamos de aquellos a los que creemos dar un servicio.

5- Las risas y el buen ambiente que, junto a los datos, son el día a día de este departamento mestizo. Y los festejos por cumpleaños, ¡muuucho mejores!

Una suerte vivir esta experiencia.