La revolución de los raritos
Empezaron siendo los raritos de muchas redacciones, ese grupúsculo al que hubo que buscar un hueco a toda prisa entre el resto de secciones para que pusieran enlaces de las noticias en Twitter y Facebook. Muchos eran becarios, los recién llegados, los más jóvenes, los que aún no habían pisado la calle en busca de la noticia. Y sin embargo tenían, y tienen, una gran influencia sobre la difusión de la información, el tráfico y la imagen de marca del medio.
Las redes sociales se han convertido en uno de los factores clave para la narración periodística, la comunicación con el lector, la distribución de contenidos y el diseño del modelo de negocio. Y también un eje de la estrategia para el que es necesario construir un nuevo perfil profesional: el concepto de “community manager” (gestor de comunidades) se ve ampliamente superado en el caso de los medios por una razón primera y esencial: la materia prima es la información, proporcionar información en formatos diferentes (enlaces, narrativas en directo, vídeo social, streaming, contexto, análisis) y en los ritmos que marque la actualidad. Y esto demanda periodistas con oficio, acostumbrados a manejar grandes volúmenes de información, amantes de la última hora y rápidos en la reacción a la noticia. Y también a los más jóvenes, ya instalados en la generación del móvil, aquellos que empiezan ahora y se adaptan con naturalidad a los nuevos formatos. Esta convivencia genera un intercambio de experiencias y opiniones del que todos salimos ganando. Pero eso es sólo una parte de la historia.
Desde que en 2009 empezamos a explorar cómo casaba una red social con la narración periodística la realidad ha superado cualquier expectativa. Las herramientas se han multiplicado y nos obligan a un ejercicio de aprendizaje permanente. La secuencia es esta: conocemos, aprendemos, identificamos un uso para nuestro medio, ensayamos, ejecutamos, rectificamos. Esta es la vida de un periodista en redes sociales: que la silla se mueva constantemente. Y si uno dimite de la tarea de aprender y se queda con lo puesto, la realidad de los nuevos formatos y los nuevos públicos lo dejarán atrás. Porque se trata, antes que nada de seguir cumpliendo con nuestro deber de informar. ¿O es que un chico de 15 años no tiene derecho a ser informado porque no acude al kiosco cada mañana o no escucha la radio cuando va al instituto?
El público, los lectores, los espectadores, los oyentes están aquí, dispuestos a participar en este diálogo permanente que supone la información en la era de los medios. ¿Cómo, a través de qué canales, para hablar de qué, cómo recuperar sus opiniones, cómo transmitirlas? Si vamos a hablar, tenemos que escuchar. Y la escucha tiene que ser profesionalizada. Hablamos mucho de los Trending Topic de Twitter, pero estos son sólo un aperitivo del ejercicio de escucha en las redes, para conocer cuál es el tono de la conversación local, nacional, europea, planetaria. Existen muchas más herramientas que también incorporamos.
Escuchar las redes supone también exponerse a una importante cantidad de ruido e información desordenada y falsa. Aquí nace otra de las tareas importantes para el periodista: filtrar y verificar, algo para lo que necesitamos aprender e implementar herramientas nuevas. Y estas cambian a la velocidad del mundo en que vivimos. No hacer bien este trabajo significa meter la pata, que lo hagas tú y tu medio.
Los datos. Todas las redes sociales importantes han perfeccionado sus analíticas de tal forma que ahora podemos, casi siempre en tiempo real, comprobar cómo reciben nuestros seguidores una noticia: cuánto tiempo permanecen en ella, desde dónde, si son hombres o mujeres, de qué segmentos de edad, en qué horarios. Estos son suficientes datos como para conocer mucho mejor a nuestra comunidad de lectores y mejorar lo que les ofrecemos.
La imagen, soporte esencial para el trabajo en redes sociales. Otro de los ejes esenciales del proceso de aprendizaje Necesitamos identificar el valor informativo de las imágenes, fijas o en movimiento y utilizarlas con criterio. Y producirlas, sí, también producirlas. Formar a los equipos de redes sociales en producción de contenidos audiovisuales y edición de vídeo es la más fructífera y motivadora pasarela para consolidar una estrategia realmente multimedia.
La realidad de las redes sociales es poliédrica y cambiante. Así podríamos resumir las tareas a día de hoy:
- Publicación.
- Programación.
- Producción de formatos nativos para redes.
- Escucha.
- Diálogo.
- Analítica.
- Promoción
- Periodismo en móvil.
- Redacción
- Formación interna
- Formación externa
- Formación eterna